-¡Oh!, maldito paraguas, otra vez eres mi compañero de viaje. ¿Por qué llueve tanto?...Odio la lluvia- clama Julia mientras camina con su viejo paraguas sobre la cabeza en la parada del autobús que la llevará a su trabajo.
Otro día más llueve sobre Sevilla.
Hacía años que no llovía tanto, los campos y ríos ya no pueden soportar tanta agua. Hay millones de familias que lo han perdido todo…pero eso, no nos ocupa este relato, ahora hablamos de Julia.
Una pobre mujer que a sus casi treinta y tres años no tiene dinero para poder comprar un coche y evitar llegar al trabajo totalmente empapada.
De su hombro cuelga una mochila donde ha puesto unos calcetines limpios y su uniforme de cocinera.
Julia vive frustrada y enfadada consigo misma, quería muchas cosas, quería cambiar el mundo y ahí esta en una cocina de un bar poniendo montaditos todos los días, salvo el martes que es cuando descansa, ese día lo dedica a las tareas de su pequeño apartamento, este trabajo no le da más que para vivir, vivir sola…como con todo en la vida, viaja sola, camina sola…siempre sola.
¿Por qué?
Nadie lo sabe, ella tampoco, no es atractiva, pero tampoco es fea, es una mujer del montón, a la que le encanta la lectura, lee sin parar…
¿Será por eso?
Una corriente de aire destroza su paraguas, Julia grita enfadada, lo tira contra el suelo y patea un charco mientras se moja…después de su rabieta, recupera la compostura y se agacha a recoger los restos de su viejo compañero.
Una sombra cubre su cuerpo y deja de mojarse, se gira estrepitosamente, tropezando como era de esperar, Julia cae en los brazos de un hombre alto, fuerte y vestido con un traje de chaqueta.
-Di...discúlpeme, gracias por cubrirme- contesta torpemente- mi paraguas ha decidido que ya no me va a cubrir mas- sonríe y se aparta de él.
-Mejor, así, ahora seré yo quien te cubra- dice el amable desconocido con la voz mas profunda y sensual que Julia a escuchado nunca.
Los dos se miran largo rato sin pronunciar palabra.
Una sombra detrás de él, hace a Julia desviar su mirada.
-¡Mierda!, Mi autobús- dice Julia apenas en un susurro, descompuesta, va a llegar tarde al trabajo.
-Mejor así yo puedo llevarte- dice el desconocido girándose y señalando un coche plateado que esta mal estacionado en la calle- venga sube y dime dónde te llevo.
-¿Has parado para cubrirme con el paraguas?- pregunta Julia extrañada y emocionada apartes iguales, es la primera vez que alguien es amable con ella.
-Sí, te he visto pelear con el tuyo y algo me ha dicho que necesitabas un caballero con brillante armadura… vamos, hace frío, por cierto mi nombre es Roberto, pero todos me llaman Robert.
Los dos se dirigen al coche juntos mientras no pueden dejar de mirarse el uno al otro.
Otro día más llueve sobre Sevilla.
Hacía años que no llovía tanto, los campos y ríos ya no pueden soportar tanta agua. Hay millones de familias que lo han perdido todo…pero eso, no nos ocupa este relato, ahora hablamos de Julia.
Una pobre mujer que a sus casi treinta y tres años no tiene dinero para poder comprar un coche y evitar llegar al trabajo totalmente empapada.
De su hombro cuelga una mochila donde ha puesto unos calcetines limpios y su uniforme de cocinera.
Julia vive frustrada y enfadada consigo misma, quería muchas cosas, quería cambiar el mundo y ahí esta en una cocina de un bar poniendo montaditos todos los días, salvo el martes que es cuando descansa, ese día lo dedica a las tareas de su pequeño apartamento, este trabajo no le da más que para vivir, vivir sola…como con todo en la vida, viaja sola, camina sola…siempre sola.
¿Por qué?
Nadie lo sabe, ella tampoco, no es atractiva, pero tampoco es fea, es una mujer del montón, a la que le encanta la lectura, lee sin parar…
¿Será por eso?
Una corriente de aire destroza su paraguas, Julia grita enfadada, lo tira contra el suelo y patea un charco mientras se moja…después de su rabieta, recupera la compostura y se agacha a recoger los restos de su viejo compañero.
Una sombra cubre su cuerpo y deja de mojarse, se gira estrepitosamente, tropezando como era de esperar, Julia cae en los brazos de un hombre alto, fuerte y vestido con un traje de chaqueta.
-Di...discúlpeme, gracias por cubrirme- contesta torpemente- mi paraguas ha decidido que ya no me va a cubrir mas- sonríe y se aparta de él.
-Mejor, así, ahora seré yo quien te cubra- dice el amable desconocido con la voz mas profunda y sensual que Julia a escuchado nunca.
Los dos se miran largo rato sin pronunciar palabra.
Una sombra detrás de él, hace a Julia desviar su mirada.
-¡Mierda!, Mi autobús- dice Julia apenas en un susurro, descompuesta, va a llegar tarde al trabajo.
-Mejor así yo puedo llevarte- dice el desconocido girándose y señalando un coche plateado que esta mal estacionado en la calle- venga sube y dime dónde te llevo.
-¿Has parado para cubrirme con el paraguas?- pregunta Julia extrañada y emocionada apartes iguales, es la primera vez que alguien es amable con ella.
-Sí, te he visto pelear con el tuyo y algo me ha dicho que necesitabas un caballero con brillante armadura… vamos, hace frío, por cierto mi nombre es Roberto, pero todos me llaman Robert.
Los dos se dirigen al coche juntos mientras no pueden dejar de mirarse el uno al otro.
Pilar Bermúdez Gil (aurorabg)
Palabra: Paraguas
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