domingo, 28 de febrero de 2010

Raíces Nuevas

Cuando mi mujer volvió de trabajar dejé de sentirme solo. A veces la soledad del departamento me asfixia. Es como la horrible sensación de tener una bolsa de nylon en mi cabeza y ajustada a mi cuello. Nos sonreímos ambos y nos dimos un beso a secas. Ella tomó una silla y se sentó alrededor de la mesa apoyando los codos sobre la superficie y las manos en sus mejillas. Noté que algo andaba mal. Tal vez era cansancio. Le conté que al volver de mi trabajo por debajo de la puerta había un telegrama el cual señalaba que su madrastra había muerto.
Ella suspiró y dijo:

- ¡Ufff! ¿Murió? –Luego añadió: Bueno, pobre, supongo que así lo quería el destino, ¿no?

Y lentamente, sin cambiar su postura, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas que caían lentamente por las mejillas hasta estrellarse en la mesa. Me causó una profunda tristeza verla así pero algo me sujetaba a la silla y me impedía salir despedido a abrazarla y contenerla.
Entonces dijo:

- ¿Sabes?, creo que cada uno de nosotros tiene un destino escrito en algún sitio y que la vida se encarga desde niños de marcárnoslo; pero no lo sabemos ver, puede que lo tengamos frente a nuestros ojos y que lo ignoremos, o pensemos que solo se trata de pensamientos superfluos o divagues de nuestro subconsciente.
- Tal vez –respondí- Creo también en el destino. En mi veintena llegué a sostener que podíamos escribir el destino de nuestras vidas a nuestro antojo, pero poco a poco, a medida que fui creciendo y pasando aquellos años alocados, me di cuenta que no era tan así, que si creía en un orden cósmico debía existir también un orden para caminar por nuestras vidas.

Mi mujer rompió a llorar amargamente. Me pude librar de la atadura invisible que me contenía a la silla y corrí a contenerla. Me abrazó fuerte, muy fuerte, mientras notaba que con los dedos de sus manos parecía estar buscando algo en mi espalda. En aquel instante pensé en que hacía mucho tiempo no veía a alguien llorar tan amargamente. Eso me deprimió, me causó mucha amargura y más sintiendo que esa sensación emanaba de la mujer que yo mismo amaba más que a nadie en el mundo.

De a poco fue cesando su llanto y fue dando paso a pequeños espasmos y contracciones causadas por el mismo. Yo tan sólo acariciaba su pelo y lo besaba con diminutos besos de vez en cuando. Mientras estuve así mi mirada se quedó roma y recordé el momento en que mi abuelo me habló sobre el destino. Yo no pasaba los ocho años de edad y había descubierto, por curiosidad de niño, un libro guardado en uno de los cajones de su casa. El libro hablaba de un niño que vivía en un asteroide y que había caído a nuestro planeta en medio del desierto. Mi abuelo me hablaba maravillas de aquel libro y decía que la vida siempre nos sorprendía con cosas insospechadas, que el destino era inevitable y que las sorpresas de toparnos con gente maravillosa podía estar sobre un asteroide o sobre la misma Tierra. Hice de aquel libro uno de mis preferidos, aún de adulto.

Cuando mi mujer dejó de llorar abrimos una copa de vino y brindamos por el alma de su madrastra. Bebió lentamente un sorbo de Malbec y me dio un diminuto beso en los labios. Aún con sus ojos rojos por el llanto y sus facciones abatidas noté que a pesar del dolor el amor emana de un ser humano como raíces nuevas en plena primavera.

Miguel Aguilera (Literato)

Palabra: Destino

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viernes, 26 de febrero de 2010

En una estación

Por fin nos íbamos a ver.
Después de hablar mil veces por teléfono, de escribirnos montones de cartas en estos últimos tres meses, por fin iba a ver tu cara.
Nunca me mandaste una foto, yo a ti tampoco, era demasiado tímida para eso, jamás creí ser guapa o que te gustara, creí en los prejuicios de la gente y te prejuzgué antes de conocerte.
No te creía cuando decías que me querías, que te habías enamorado de mí, me habían hecho demasiado daño para pensar que sin conocerme me podrías llegar a amar, pero sí me conocías, conocías la parte de mí que nadie había intentado o había querido conocer, me conocía a mí.

Llegué a la estación de tren con mil dudas y mil preguntas, pero las que más me preocupaban eran las obvias.
¿Cómo nos íbamos a conocer? ¿Cómo iba a saber quién eras entre tanta gente?

Pasó un tren, después otro… bajaba mucha gente de ellos, era hora de la vuelta a casa para mucha gente, las tres de la tarde de un cinco de diciembre, mucha gente, era víspera de puente.
Estaba tan inquieta que no podía sentarme a esperar, miraba a todo el mundo pero no veía a nadie.
Llegó un tercer tren y algo en mi pecho me dijo que tu ibas en él…jamás te lo dije pero yo también estaba enamorada de ti, tenía miedo de decírtelo, tenía miedo de que me hicieras daño.

La gente comenzó a aparecer delante de mí, entre el bullicio unos ojos marrones se clavaron en los míos y lo supe…
Eras tú.
En el momento que te vi, lo vi tan claro como te veía a ti en esa estación repleta, entre tantas personas sin cara sólo te vi a ti, en aquel instante cuando nuestras miradas se cruzaron supe que eras tú.
Tú eras mi destino.

Pilar Bermúdez Gil

Palabra: Destino

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martes, 23 de febrero de 2010

Palabra de la semana: Recuerdos

RECUERDOS


Plazo límite de entrega: lunes, 1 de marzo a las 23:00 (hora española)

Para participar, leer Reglas y Normas de la actividad.

Podéis enviar vuestros escritos por e-mail a: memenovela @ gmail.com o dejarlo como comentario en este mism post. Todos serán publicados en el blog.

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lunes, 22 de febrero de 2010

Inicio del minirelato 3

Escribe tu final para el siguiente texto de inicio:

"Mis mejillas ardían, mis labios sangraban, mis ojos se abrían poco a poco cegados por la luz de nuestro dormitorio. Y te vi ahí, sonriente, con cara de triunfador. Entonces me eché a llorar, prometiéndome a mi misma que no lo consentiría una vez más, que ya todo había acabado, que tus repugnantes manos no volverían a rozar mi piel. Porque habías destrozado nuestros quince años de matrimonio a puñetazos y ya nadie quería reconstruírlos. Te odiaba, por no haberme dado la vida y el amor que habías prometido, porque ya ni siquiera te importaban los niños. Sólo tú y tus cervezas parecíais ser felices. Con voz entrecortada te grité que te fueras, que no volverías a hacernos daño, pero en el fondo yo sabía que te acabaría perdonando, como siempre; eras como una droga a la que me había vuelto adicta. Saliste de casa con un portazo, y yo salí corriendo detrás haciendo caso omiso al dolor de todo mi cuerpo magullado. ... "

Plazo límite de entrega: viernes, 26 de febrero a las 23:00 (hora española)

Para participar, leer Reglas y Normas de la actividad.

Envíanos tu final por e-mail a: memenovela @ gmail.com o dejarlo como comentario en este mismo post. Todos serán publicados en el blog.

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domingo, 21 de febrero de 2010

La magia del agua


El niño estaba fascinado por aquel milagro de la naturaleza. El sonido del agua al caer del cielo le hacía sentirse calmado y feliz, por eso lo escuchaba todo el tiempo que podía.

Aquel espectáculo iba más allá de la música. Miles de gotas realizaban una coreografía perfecta para todo aquel que quisiera observarla. Había gotas que tras descolgarse de las nubes descendían directamente hasta el suelo creando charcos y barrizales, también las había que se detenían para acariciar las hojas de los árboles antes de llegar al suelo y llenarlo de vida, y las había que preferían unirse a sus compañeras para caminar formando ríos y arroyos.

Mientras disfrutaba de la belleza de la lluvia, el niño escuchó cómo su padre llegaba a casa y ponía la tele a todo volumen.

Pobrecillo -pensó el niño-. Ojala papá pudiera sentir las cosas como yo.


Palabra: Lluvia

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sábado, 20 de febrero de 2010

Cuento de una vida

<< ¿Sabes por qué llueve? >>

Aquella pregunta da vueltas en mi cabeza... el eco de su voz, su olor, su calor. Todo flota a mi alrededor como si aquello fuera un sueño lejano. Sin poder evitarlo me entrego al llanto una vez más. Me consume la pena, el dolor crece con cada mes que pasa y lejos de olvidarlo, con el tiempo solo crecen mis heridas. Todo el tiempo que perdí, que perdimos.

Es inevitable…era solo una niña cuando él me dejó, pensé que con el tiempo el dolor se ahogaría entre recuerdos, pero, sólo se hace más fuerte. Recuerdo aquella tarde…

Llovía fuerte, las gruesas gotas de agua golpeaban las ventanas, se había ido la luz, en la ciudad había explotado un transformador. Estábamos solos en casa…estaba cuidándome, jugábamos…siempre encontraba una forma de entretenerme.

Tenía miedo de la oscuridad, entonces me dijo que me sentara junto a la ventana, donde había luz, trajo una manta y me cubrió.

- Odio que llueva – murmuré.
- Ah, ¿sí? - me miró y sus ojos brillaron de una forma extraña. Al ser yo una niña no la supe interpretar, pero ahora, cada vez que la recuerdo me recorre un escalofrío – y ¿por qué?
- Porque si llueve, no podemos salir a jugar, ni a leer bajo el árbol…
- Humm- sonrío – pero… es bueno que llueva.
- ¡No! – me crucé de brazos y negué con la cabeza, después de todo…sólo tenía 5 años.- es feo… y malo.
- ¿Malo? – inquirió - ¿cómo puedes decir eso? ¿sabes por qué llueve?
- Porque…- en ese momento lo miré y supe que en realidad no lo sabía – no lo sé, ¿por qué?

Lo miré interesada, mi hermano era el mejor, siempre me contaba cosas geniales sobre el mundo y me leía historias que me llevaban a lugares lejanos y fantásticos. Él fue quien inculcó en mí la pasión por leer y más tarde por escribir. Vio ese don que yo tenía y lo valoraba y lo hizo florecer, volar…

- Bueno…llueve porque…- hizo una pausa y se llevó una mano a la barbilla mientras pensaba - ahh sí... Llueve porque, las personas que están en el cielo y son estrellas en la noche, a veces no aguantan y quieren ver a los que aman en el día…
Por eso bajan en forma de lluvia, por eso cuando caen las primeras gotas, los pájaros cantan y la tierra huele fresca.
- ¿Si? - pregunté emocionada… - y…¿mi conejito bajará también? – el sólo sonrío y me acarició el cabello
- Sí, él también baja a veces…
- Pero…y ¿¿cómo vuelven a subir?? – creo que era una niña demasiado curiosa…
- ¿¡Ah!? – se sorprendió. Me miró con una media sonrisa en su rostro y despeinó mi cabello con su mano – eres una niña muy preguntona, ¿lo sabías?
- Mamá dice que es bueno que tenga cubriosidad…- respondí, según yo muy segura de lo que decía. Mientras mi hermano rompía en carcajadas.
- ¿Qué?- pregunté inocente y algo resentida.
- Se dice curiosidad, Avi - me dijo al recuperar el aliento.
- Ahhh sí... eso – sonreí algo sonrojada.
- No está mal equivocarse – suspiró – todos lo hacemos.
- No….- negué con la cabeza.
- ¿No? – siguió mirándome, me miraba como si yo fuese algo sobrenatural y encantador. Jamás lo entenderé.
- Onii sama, no se equivoca…- otra vez sonrío.
- ¿Así que aprendiste a decirlo? … - asentí contenta y él me abrazó – ¡oh! Avi, - suspiró abrazándome contra él…- Si supieras cuantas veces me he equivocado, espero que tu no cometas los mismos errores que yo.

Levanté la cabeza, saliendo de entre su pecho y lo miré asombrada. Mi hermano lloraba, tenía los ojos llenos de lágrimas que intentaban escapar. Me abrazaba fuerte, sentía como temblaba. Pero no lograba explicarme por qué. Luego supongo que al mirarme se dio cuenta de que me confundía, se limpió el rostro con una mano y volvió a sonreírme como siempre.

- Avi, tengo que irme por un tiempo….- me dijo aún con un tono triste
- ¿Ah?...¿por qué?, ¿a dónde vas? –
- A…a un lugar lejos de aquí – soltó con ternura, su vista estaba perdida. En ese momento no lo noté, pero…se estaba despidiendo, de alguna forma él sabía que no iba a volver.
- ¿Como unas vacaciones?, ¿igual que papá? – solté contenta – ¿a dónde?, ¿puedo ir contigo?
- No, no puedes…- siguió con el rostro ensombrecido - tú…debes dedicarte a tener una vida feliz y a olvidar que tu hermano te traicionó – soltó en un murmullo mirando al piso.
- ¡Ya volví!, ¿por qué todo esta a oscuras? – la voz de mi mamá se escuchó desde al puerta.

Sin darme cuenta de la gravedad de las cosas mi expresión sólo cambio y corrí a recibir a mamá en la puerta. Dos días después mi hermano salió de casa con una pequeña maleta. Antes de que saliera recordé que no había terminado su cuento. Corrí hacia él y llamé su atención jalándolo de la manga de la chaqueta.

- Avi, debo irme- soltó triste mirándome de reojo.
- Sí, pero… ¿cómo vuelve la lluvia al cielo? – una sonrisa melancólica se dibujó en su rostro. Se agachó junto a mí y me miró directo a los ojos, en ellos había una extraña emoción, no sabía que era.
- Vuela…Vuela de nuevo hacia las nubes y espera para volver a caer.- sin esperar nada más se levantó, dándome un beso en la frente y luego hizo lo mismo con mamá.

Años después me di cuenta de que mi padre no se había ido de viaje, nos había dejado y que debido a ello ya no teníamos dinero, mi hermano se había enlistado al ejército para cubrir nuestros gastos, y dos meses después de haberse ido…murió. Ahora cada vez que llueve, lo recuerdo, deseo que cada gota que cae del cielo, sea él mirándome…dándose cuenta de que…cumplí mi promesa, soy feliz, aunque suelo llorar cuando llueve.



Palabra: Lluvia

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lunes, 15 de febrero de 2010

Palabra de la semana: Destino

DESTINO


Plazo límite de entrega: lunes, 22 de febrero a las 23:00 (hora española)

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lunes, 8 de febrero de 2010

Palabra de la semana: Lluvia

LLUVIA


Plazo límite de entrega: lunes, 15 de febrero a las 23:00 (hora española)

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lunes, 1 de febrero de 2010

Sorpresa

Hacía mucho tiempo que no quedaba con Laura, una de mis mejores amigas en el colegio. Por problemas de estudios y trabajo perdimos el contacto y nunca supimos nada una de la otra, salvo que ella se había ido a Londres y yo me había quedado en Barcelona. Muchas veces me preguntaba por qué una amistad se tuvo que romper así y prácticamente olvidarla, supongo que la razón es que al fin y al cabo no éramos tan amigas. Un día ,para mi sorpresa, me encontré con un e-mail suyo, donde me explicaba que volvía a Barcelona y me preguntaba si era posible encontrarnos, que teníamos mucho que contarnos. Yo accedí sin pensármelo. Pero cuando llegué a la cafetería no la encontré sola, estaba con una chica e iban cogidas de la mano. Al momento comprendí que era su novia.

...

Después de un largo café con las dos, me despedí y me fui a casa. Por la noche, cuando estaba a punto de acostarme, sonó el teléfono. Era Laura, que quería hablar conmigo porque me había notado distante en la cafetería. Me dijo que, estando en Londres conoció a un hombre que se lo hizo pasar muy mal, la maltrató durante meses para más tarde abandonarla. Luego conoció a su actual novia, que empezó siendo una amiga más para luego convertirse en el mayor apoyo que había tenido, la única persona con la que podía contar. Cuando se enteraron de que era bisexual, sus otros amigos no la entendieron y le dieron la espalda, por eso se había visto obligada a marchar de Londres renunciando a su trabajo, no soportaba el rechazo de aquellos a los que más quería. Ahora se estaba alojando en un hotel por miedo al reencuentro con su familia ya que no sabía como reaccionarían ante la situación. Yo era la única que la podía entender, y el motivo no era precisamente la amistad...

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Actividades que ofrecemos

Todos los que pertenezcáis a este grupo de escritores tenéis la posibilidad de participar en las siguientes actividades que ofrecemos, siguiendo las normas y las reglas de cada una de ellas:
0. Proyectos
1. Palabras
2. Minirelatos
Las actividades estarán activas paralelamente y podéis participar en las que queráis cuando queráis. La única que requiere cierto compromiso es la de Proyectos, ya que se trata de una actividad más seria y a largo plazo. Para poder participar es necesario solicitarlo previamente al empezar uno de ellos dentro del plazo que marquemos. Una vez se empieza el proyecto se cierra la solicitud de participación a no ser que haya alguna baja.

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