jueves, 9 de abril de 2009

Morir de tristeza


¿Nunca os habéis sentido tan mal como para desear la muerte? Así fue como me sentí en aquel momento. Mi cerebro no podía asimilar tan duro golpe. Él, mi mejor amigo, el que siempre me había apoyado, estaba muerto. Muerto. Lo conocía desde los tres años, y, desde entonces, nunca nos habíamos separado. En el colegio los niños siempre nos decían que éramos novios, pero nosotros no les hacíamos caso. En el fondo yo pensaba que me encantaría tener un novio tan bueno como él, que me ayudara y comprendiera tan bien como él lo hacía. Era él el que escuchaba mis dilemas morales y el que sabía mostrarme el lado positivo de las cosas, por muy malas que éstas fueran. Sabía alegrarme el día con cualquiera de sus chistes ilógicos, siempre me sacaba una sonrisa. Ahora todo eso ha terminado. Ya no volveré a buscarle para ir al instituto, para coger el autobús o dar una vuelta en bicicleta. Él se ha muerto, y una parte de mi alma también se ha marchado con él. Me muero, me consumo poco a poco, la llama de mi vida se apaga, se apaga, se apaga para no volver a vivir jamás. Nunca pensé que moriría de tristeza, ahora sé que es posible...

2 comentarios:

  1. pffff! no me puedo creer que hayáis publicado un texto mío! :) Gracias Krys! xDD

    ResponderEliminar
  2. Hola!
    Me gusta leer y escribir algunas cosillas que se me ocurren, además estoy pensando en editar un libro que esta en pleno proceso...pero ando un poco perdido...hasta que encontré este blog, y no entiendo muy bien si yo, por ejemplo puedo participar, y tampoco sé muy bien que es lo que se pretende conseguir con ello.
    Si fueras tan amable me gustaría que me contestases, gracias.
    Postdata, te agregue a tu hotmail.
    Saludos de un blogger más!!!

    ResponderEliminar